martes, 18 de septiembre de 2012

Microrrelato

Mujeres abrumadas al volante. Un niño estornuda sin parar, su padre lo lleva de la mano por el barullo de vehículos que abarrotan la pequeña calle del barrio.

De pronto, me veo desde fuera y me doy cuenta que soy tan solo un coche más, un número, una matrícula. Me cruzo con otros y sólo me preocupo por que no me rocen, por que no me deslumbren... pero pocas veces me dedico a mirar a la persona que va dentro y dedicarle una sonrisa.

¿Qué pensará un pájaro que vea esa caravana de coches pitando sin sentido e incrementándose mutuamente la cólera los unos a los otros? ¿Por qué no pone alguien un poco de orden en todo este caos diario?

No, un policía local no... Un anuncio publicitario que indique que es mejor ir a pie tampoco... algo tiene que cambiar en la mentalidad de la gente, pero no sé qué. Si todos corriésemos por ayudar al vecino en lugar de llegar antes que él, las cosas irían mejor... pero no... ya no hay vuelta atrás en esta sociedad.

El niño sigue estornudando sin parar mientras que el padre, aunque lo lleve de la mano, no le presta la menor atención. Quizás está absorto pensando una solución para este planeta inhumano.