La historia de mis 24 años

A algunas personas les resulta bastante complicado hablar de ellas mismas. Lo cierto es que yo soy terriblemente tímida y esto me hace parecer estúpida y maleducada a veces, pero cuando más sincera soy es ante un papel. O en este caso… ante una plantilla de blogger.

Soy pasional. Empezar por aquí me parecía lo más justo. Las cosas que me importan las hago con gran fidelidad y entrega: desde cocinar hasta escribir una dedicatoria en un libro para mi madre. Soy pasional y tengo un imán para aquellas personas/artistas que se respiran con el alma, especialmente con los cantantes. Por eso, en cuanto veo a alguien que disfruta con lo que está haciendo, que no piensa en la lista de los cuarenta principales y que siente con la misma intensidad una canción, aunque sea su enésimo concierto, me enamoro automáticamente. Mi último descubrimiento es Vega (también creo en las casualidades y a punto estuve yo de llamar a mi perra así antes de conocer a esta cantante. Finalmente la apodé Greta y es la reina) pero siempre he tenido predilección por un tipo llamado Leiva. Pienso que hace música con las tripas y sabe sacar la magia a las cosas cotidianas como nadie. En cuanto a internacionales, Keith Richards y sus manos, y Tom Petty y su avión.

Y no sé por qué he terminado hablando de música…. Quizás porque me encanta cantar y tocar la guitarra aerodinámica delante del espejo. Doy conciertos multitudinarios en mi habitación, la gira no termina jamás. Sin embargo, en el ámbito terrenal, soy totalmente inútil para tocar un instrumento (bueno, aún recuerdo ‘Noche de paz’ en la flauta) y aunque lo he intentado, soy incapaz de escribir una canción.

Pienso que hay muchos impostores hoy en día. En moda, en música, en literatura, de palabrería… Todos sabemos lo que hay que escuchar si quieres ser independiente, lo que hay que leer para que te consideren culto, y un largo etcétera que ahora no me apetece enumerar. El caso es que lucho como una gladiadora por las cosas que quiero y en las que creo. Soy indecisa y siempre estoy pensando en qué estarán pensando los demás. Altamente influenciable, trabajo cada día para serlo un poco menos.

Procuro esquivar con mi bici el charco de la política, porque no me gusta absolutamente nada. No me gustan los colores solos, prefiero cuando se juntan y crean una macedonia para la vista y para el sentido común. Y mientras en mi país haya dos bandos, no pondré ni un gramo más en la balanza de ninguno. Y a este punto me ha costado llegar, porque reconozco que he votado. Y lo que es peor, que he votado a quien me han dicho. Supongo que hay gente que con 18 años es firme en sus creencias pero no era mi caso.

Estudié comunicación audiovisual por el mismo motivo, influenciada por los pensamientos ajenos y enredada en los míos. Lo que verdaderamente me gustaba era el francés. Quería hacer filología francesa pero me dijeron que eso no tenía salidas. Luego resulta que hace dos años que terminé la carrera y todavía no he encontrado un trabajo, sólo contratillos de becaria. Algunos ilegales. No es que me arrepienta de haber estudiado Comunicación porque gracias a esos cuatro años he conocido a gente maravillosa y he aprendido mucho de ellos, peeeeeeeeero… (se veía venir, ¿no?) creo que en la Universidad de Extremadura (que es la que yo conozco) la carrera está mal planteada. Estudiamos varias veces la asignatura que estudia la historia de la información y los créditos prácticos se limitan a trabajos escritos de diez páginas y una exposición con PowerPoint en clase. Damos de todo un poco y de nada en concreto. Elegí la rama de radio y tuve la suerte de hacer falsos directos, que fue lo que más útil me resultó… Pero el resto de la carrera, tiene más carencias que proezas. Al menos, esa es mi percepción, quizás ya alterada por el paso de los años.

Después de un año sabático, en el que me fui a Dublín a practicar inglés (y un inglés muy raro se habla allí, por cierto), me harté de hacer cursos online ¿y qué más?... Pues también me deprimí un poco. Después de ir a 120 kilómetros por hora en la universidad, viene un parón brusco. Ni el vehículo, ni el piloto (que era mi cerebro) estaban preparados para tal impacto. Me programaron para estudiar, trabajar, emanciparme, casarme y quizás tener pequeñas albas. Pero resultó que me vi imbuida en una gran crisis nacional y las cosas no salieron según lo previsto. Ahora sé que eso ha conformado una parte importante de mi personalidad y me alegro de aquel impacto. Ya sé afrontar un cambio repentino de planes, sin perder pelo.

Después decidí estudiar un máster de algo que siempre me había gustado y era lo único que tenía claro: la escritura. Me fui a Sevilla, me maravillé con sus calles, conocí gente que me enseñó cosas vitales y estudié Escritura creativa. Quizás yo sea demasiado exigente pero vi en esa facultad muy poco interés por lo alumnos y mucha por sus matrículas. Había demasiada desorganización, faltas reiteradas de profesores y eso me dio un tufillo sospechoso a negocio. Pero bueno, entiendo que los dineros están antes que las personas, que la salud, que las ilusiones de jóvenes con ganas de aprender. Es otra de mis últimas enseñanzas. Decidí ser fiel a mis principios, no desazonarme con esas cosas y seguir siendo la soñadora que siempre fui. Por eso, inconsciente de mí, me dispuse a escribir una novela. Oh sí, lo hice. Nunca había llenado con mis letras más de cinco o seis folios y esto era todo un reto. Lo conseguí. Será mejor o peor (sí, seguramente será esto último) pero yo estoy contenta. Aurora es mi amiga, mi hermana y a veces, hasta la busco en Facebook.

Además de escribir, también me gusta inmortalizar sentimientos. Lo hago sin ninguna pretensión, con una cámara de diez años y con mucho respeto hacia los profesionales. Soy solo una niña de parvulitos en este campo, como en la mayoría de ellos. Pero día a día voy aprendiendo a vivir.

Valoro mucho el sol y me encantan los vinos. No soporto a los conductores coléricos ni a los que van de listillos al volante. Tampoco a la gente que se te pone delante cuando estás mirando algo en el supermercado o a los que te rozan y ni se disculpan. En cambio, adoro leer literatura contemporánea escrita por mujeres (Ángeles Caso, Almudena Grandes, María Dueñas, Espido Freire, Elvira Lindo...) y sí, me ha resultado un poco difícil escribir sobre mí,  porque en el inmenso pantano que es Internet, nunca sabes si te estás desnudando de más. Así que creo que voy a dejarlo ya :)








2 comentarios:

srtapalomo dijo...

yo quería estudiar filologían inglesa, pero me dijeron que no tenía salidas...El mismo amor, la misma lluvia

AlbaTer dijo...

Es con los años cuando el flan de nuestra mente va cuajando. ¡¡Algún día se podrá degustar y todo!! Ese día será cuando no nos influyan las opiniones de otros.